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domingo, 8 de febrero de 2015

Monasterio de las Viñas - Reserva 2006

Hoy tenemos un vino tinto de la D.O.P. Cariñena: el Monasterio de las Viñas, Reserva de la añada de 2.006, elaborado por la Bodega San José de Aguarón en la localidad de Aguarón, a unos 50 km al suroeste de Zaragoza y embotellado por Grandes Vinos y Viñedos, S.A. en la localidad de Cariñena, en la Comunidad de Aragón.

Como es costumbre, al ser primer vino de esta DOP que incluyo en el blog, vamos a hablar un poco sobre ella...

Los vinos aragoneses se remontan al S. III a.C., donde los habitantes de la ciudad romana de Carae (hoy Cariñena) tomaban vino mezclado con miel. A principios del S. XV los vinos de la zona tenían bastante fama, y en el S. XVI se creó el Estatuto de la Vid, que ya limitaba las plantaciones en función de la calidad de la tierra donde se encontraba cada viñedo, por lo que podemos considerar esta zona como pionera en lo que a las Denominaciones de Origen se refiere. Pensadores de todas las época, como por ejemplo Voltaire, alabaron las virtudes de los vinos de esta tierra, así como de la variedad autóctona Garnacha. A finales del S. XIX, la zona recibió familias de viticultores franceses a los que la temible filoxera había dejado sin viñedos, desarrollándose a partir de entonces una intensa actividad comercial que culminó la construcción del ferrocarril Cariñena-Zaragoza, especialmente creado para facilitar el transporte de las producciones de vino de la zona. Es sin embargo, en los años 80 del siglo pasado cuando se da el verdadero salto cualitativo en la producción, con la introducción de nuevos métodos de cultivo y la adopción de nuevas prácticas enológicas. La normativa específica de la D.O. Cariñena se aprobó en Mayo de 2.009.

La D.O.P. Cariñena ampara la elaboración por parte de más de 30 bodegas de vinos blancos, rosados y tintos, con diferentes tipologías que incluyen dulces, semidulces, vinos de licor, de aguja, de maceración carbónica, espumosos y de vendimia tardía, estableciendo sus características químicas en cada caso, así como las características organolépticas visuales, olfativas y gustativas. También establece la densidad de plantación de entre 1.500 y 4.000 cepas/ha, así como adicionalmente la densidad de yemas/ha, independientemente de los rendimientos máximos de 8.500 kg/ha con 62,9 hl/ha para las variedades tintas y 9.000 kg/ha con 66,6 hl/ha para las blancas. También de regulan las prácticas de viticultura y las prácticas enológicas específicas para cada tipo de vino, con la particularidad para el vino tinto del establecimiento de un período mínimo de crianza para los vinos tintos de 90 días en barrica de roble de 600 l, y de 45 días para los vinos blancos.

Fuente: www.lacoronadearagon.es


Las variedades autorizadas son:

- Blancas: Chardonnay, Garnacha Blanca, Macabeo, Moscatel de Alejandría y Parellada.

- Tintas: Cabernet Sauvignon, Garnacha Tinta, Cariñena (Mazuela), Juan Ibánez, Merlot, Monastrell, Syrah, Tempranillo y Vidadillo.

El reglamento también describe las características de las tierras y el clima del campo de Cariñena. Los procesos de crianza también se describen, siendo el que hoy nos interesa el de Reserva, que consiste en un envejecimiento mínimo de 36 meses, con al menos 12 meses en barricas de madera de roble de un a capacidad máxima de 330 l y el resto en botella.


Fuente: www.monasteriodelasvinas.com

La Bodega San José de Aguarón, elaboradora del vino que hoy nos ocupa, se encuentra en el municipio de Aguarón, donde se elaboraron excelentes vinos de forma tradicional, hasta que unos comerciantes franceses, los hermanos Violet, empezaron a alquilar bodegas en esta zona para paliar la escasez de vinos debido a la aparición de la filoxera en Francia. El vino se transformó en el motor económico de la zona, por lo que transformó rápidamente el tradicional paisaje de pinos en viñedos de diferentes variedades. Después de 30 años de prosperidad, la filoxera fue controlada y la mayoría de comerciantes franceses volvieron a su país en 1.897, quedando solo algunos y reduciéndose la demanda en gran medida, lo cual dio origen a la "unión", que se hizo cargo de la elaboración de vinos y aceites. De ella nación, con posterioridad a la Guerra Civil, la Bodega San José como cooperativa de 155 miembros. En la década de los años 70 se decide posicionar el futuro de la bodega en los vinos embotellados, como alternativa a los vinos a granel. En 1.980 se realiza la modernización de la bodega en función de su marca principal Monasterio de las Viñas. Posteriormente, la Bodega dirigió la creación de la empresa Grandes Vinos y Viñedos, S.A., la bodega más grande de Aragón. En 2.002 se inauguran las nuevas instalaciones de la bodega con más de 60.000 m2 equipados con la más moderna tecnología: una nave de coupage con volúmenes entre los 10.000 y 200.000 l, una línea de embotellado para 12.000 botellas/hora y una nave de crianza con capacidad para 20.000 barricas.

Sus viñedos se componen principalmente de las variedades Garnacha, Tempranillo y Macabeo, así como la nativa Cariñena, todas ellas en vaso y con edades superiores a los 35 años.

Su marca es Monasterio de las Viñas, en sus diferentes variantes: blanco (Macabeo), rosado (Garnacha), tinto de Garnacha y Tempranillo, el Crianza de 2.008 (Garnacha, Tempranillo y Syrah), el Reserva de 2.006 (Granacha, Tempranillo y Cariñena) y el Gran Reserva de 2.005 (Garnacha, Tempranillo y Cariñena).

El Monasterio de las Viñas Reserva de 2.006, está elaborado en un 70% con la variedad Garnacha, un 20% de Tempranillo y un 10% de Cariñena, de una añada calificada con muy buena, habiéndose seleccionado los racimos a mano y macerando las uvas durante 96 horas a 6 ºC antes de la fermentación. Siguió una primera fermentación de 8 días en depósito de acero inoxidable a 28 ºC con una maceración posterior de 15 a 20 días para extraer todo el potencial de las uvas. Los mostos de Tempranillo y Cariñena se criaron en barricas de roble francés y los de Garnacha en barricas de roble americano durante 12 meses. Se seleccionó la mezcla final de las mejores barricas, guardándose en botella durante 24 meses más en bodega. Este vino ha sido calificado con 90 puntos por el Wine Advocate de Robert Parker.

El producto viene presentado en una elegante botella tipo borgoña verde oscura translúcida de 75 cl, con una etiqueta principal blanca que contiene el nombre del vino y la bodega en la parte superior, seguido del tipo de vino y añada, las variedades que lo componen, el tiempo de estancia en barrica y un pequeño texto con la historia de la bodega, para finalizar en la parte inferior con la D.O., todo en letras negras de diferente estilo, aunque el resultado no es tan caótico como se podría imaginar. La etiqueta trasera es negra con caracteres en blanco, más pequeña, y contiene la misma información sobre la marca y el vino, así como una pequeña nota de cata y los datos de la bodega. En el gollete, a modo de reclamo comercial, está resaltada la puntuación antes mencionada del Wine Advocate.

Visualmente, el vino nos ofrece un atractivo color cereza madura, brillante y límpido, con multitud de lágrimas de caída lenta, en una capa media alta. Su ribete tiende a color salmón.

Olfativamente, es un vino de intensidad media-baja a copa parada, que inmediatamante ofrece un intenso aroma a frutas rojas bien maduras mezclado con una notable componente floral dulce, tal y como cabe esperar de su variedad principal. Le sigue una componente balsámica de maderas finas que le aporta un frescor muy agradable y un pequeño toque de especias dulces, supongo que por la estancia en roble americano de la Garnacha.

No es un vino con demasiado cuerpo, pero si se hace notar en boca, con activación muy homogénea de las papilas gustativas, unos taninos aterciopelados muy agradables y maduros, propios de un vino con largo proceso de crianza, una acidez muy controlada, fresco y fácil de beber. En este aspecto es un vino en consonancia con lo que conozco del paladar medio europeo, de ahí creo que viene a puntuación que le dieron los asociados de Robert Parker.

El retrogusto es muy fresco, con los aromas balsámicos tomando protagonismo en la predominante frutal. Los aromas florales siguen presentes.

La longitud la calificaría de suficiente, y lo que si se me queda es un poco corte de permanencia. Lo tomamos con un cocido, y resultó adecuado, aunque yo creo que este vino se puede tomar perfectamente tapeando o incluso solo, servido lo suficientemente fresco.

Su precio de alrededor de los 5 € lo convierten en una buena elección para tenerlo en casa.

Le doy una nota de 7/10.

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