En 1.995, y después de haber creado la Bodega Alión como complemento a Vega Sicilia en la D.O. Ribera de Duero, la familia Alvarez, convencida de que el gran río era la región vitivinícola por excelencia de la Península Ibérica, deciden ampliar su oferta con la creación de una nueva bodega 100 kms río abajo, en la D.O. toro. Después de 4 años de estudios con uvas de diferentes pagos y vinificación, se llega a la conclusión de crear un vino donde se mantenga lo más posible la característica frutal. En 2.001 se comienza la construcción de la Bodega en terrenos próximos a la población de San Román de Hornija, a unos 60 km al oeste de Valladolid. Se termina en 2.006 una bodega moderna y práctica, con todos los detalles tecnológicos para elaborar vinos de gran calidad.
Fuente: www.todovino.com
Sobre la D.O. Toro hablábamos brevemente en la entrada del Gran Bajoz, y hoy podemos aportar algunos datos más a lo comentado en dicha entrada, diciendo que los vinos de esta D.O. tienen una historia bastante larga, anterior a la llegada de los romanos a la península ibérica, que en la Edad Media fueron considerados Vinos Reales, y llenaron las barricas de los barcos que abrieron el camino del Nuevo Mundo. Durante la crisis de la filoxera en Francia, los vinos de Toro fueron importados en grandes cantidades para suplir la ausencia de producción en el país vecino.
La D.O. Toro fue constituida en 1.987. Las variedades autorizadas son, en tintas, la Tinta de Toro (nombre local del Tempranillo) y la Garnacha, y en blancas, la Verdejo y Malvasía.
La Bodega solamente elabora el Pintia, con uvas de la variedad Tinta de Toro al 100%. La recogida de los racimos se realiza manualmente, con una primera selección en campo y transporte en cajas de un máximo de 12 kg. Posteriormente se realizan dos selecciones más en mesa: una que separa los racimos inservibles y otra que se enfoca en las bayas defectuosas de cada racimo previamente aprobado. Las uvas pasan a una cámara de frío durante 12 horas para preservar su intensidad frutal.
A una maceración en frío durante 5 días en tinas de roble, le sigue la fermentación en madera al 100%, y una crianza de entre 12 y 15 meses en barricas de roble francés al 70% y el resto en roble americano.
En particular, la añada de 2.010 se calificó como excelente por parte del Consejo Regulador de la D.O. Este vino ha sido calificado con 94 puntos por la Guía Peñín y con 95 por el Wine Advocate de Robert Parker.
La comercialización del producto se hace en una botella bordelesa, de color caramelo muy oscuro, personalizada a través de un relieve con el escudo de la bodega en la zona del hombro. La etiqueta frontal sigue el estilo de los vinos de la matriz Vega Sicilia: de color blanco, rectangular y ocupando casi toda la longitud del cuerpo de la botella. La D.O. aparece en la zona superiors, dejando el centro para el nombre del vino y la añada con el escudo de la bodega a su lado. Más abajo aparecen los datos de contacto de la bodega y la firma de su presidenta, la Sra. Marta Alvarez.
Por último, a ambos lados de la parte más baja, se pueden apreciar los contenidos en volumen de la botella (75 cl) y de alcohol del vino, 15%.
La etiqueta trasera es pequeña, blanca y muy simple, solo con la D.O., el nombre y añada, y el contacto web de la bodega.
A la vista, el Pintia de 2.010 es un vino de color picota profundo, de capa muy alta, con un ribete color granate que degrada muy cerca del contacto del líquido con la copa. Deja multitud de lágrimas muy regulares y juntas en la pared de la copa , después de agitarla, que caen a una velocidad más bien lenta al dejarla quieta.
En nariz, empezaría diciendo que es un vino que evoluciona en la copa, por lo que es recomendable decantarlo un rato antes de beberlo. A copa parada tiene una intensidad media-baja, y al agitarla sin decantar ni oxigenar, como fue el caso, me dio la impresión de ser un poco cerrado. Al poco rato de agitar la copa empieza a aparecer una componente frutal predominante, yo diría que principalmente la mora, con toques de otras bayas del bosque en buena armonía. Luego aparecen notas secundarias que le dan al vino una agradable complejidad: especias suaves, regaliz, chocolate, algo de tabaco y maderas finas. Finalmente, y fue algo que pude apreciar en retrogusto más claramente, cierto toque de cuero y reminiscencias minerales que me transportaron a las tierras de cantos rodados donde crecen las uvas de las que se extrajo su mosto.
En boca presenta un comportamiento muy homogéneo en papilas y lengua, con una buena estructura, notable cuerpo y acidez perfectamente integrada en el conjunto. Los taninos muestran la reciedumbre característica de los vinos de esta zona, y posee una buena longitud dada por ese amargor especial de los vinos de calidad. La permanencia me pareció suficiente, dejando un recuerdo bastante agradable.
Se trata, evidentemente, de un vino de calidad, que tomamos con un estupendo lomo de cerdo relleno en dos variedades: con dátiles y con roquefort. En ambos casos se comportó muy bien.
Quizá, en mi opinión, le falta un poco de redondez para satisfacernos por completo después de haber pagado los algo más de 30 € que cuesta la botella, ya que hay productos en ese rango de precios que, por lo menos a mi, me han parecido preferibles.
Le doy, por tanto, un buen 7,5/10. Es recomendable darle una oportunidad si en alguna ocasión especial queremos salir de las D.O. más habituales en una cena con amigos aficionados al vino.
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